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Investigadores logran importantes avances en el tratamiento del sarcoma de Ewing
La labor de los investigadores en los últimos años ha sido clave en la optimización de los tratamientos para el cáncer. Sin embargo, estas terapias que destacan por su efectividad en adultos pueden resultar demasiado agresivas en niños. Por ello, los doctores Crompton y Stegmaier, reconocidos especialistas con amplia formación en oncología, han descubierto una alternativa a la quimioterapia y la cirugía en pacientes pediátricos diagnosticados con sarcoma de Ewing: la combinación de la proteína tirosina quinasa 2 de PTK2 con la aurora quinasa B.
El sarcoma de Ewing es un tipo de cáncer poco común que se manifiesta en los huesos o en el tejido blando cercano, afectando áreas como la pelvis, el fémur y las costillas, entre otras. Si bien se suele definir como un tumor óseo, este posee características de origen mesodérmicas y ectodérmicas, dificultando su clasificación.
Este tipo de cáncer se manifiesta de forma más frecuente en los jóvenes, especialmente en el sexo masculino, en edades comprendidas entre los 10 y los 20 años. Generalmente, el tratamiento utilizado implica quimioterapia o cirugía, resultando agresivo y difícil de tolerar para este tipo de pacientes. Por ello, Kimberly Stegmaier y Brian Crompton, miembros del Centro de Trastornos de Sangre y Cáncer Infantil Dana-Farber, han realizado una investigación en busca de terapias menos dañinas, obteniendo resultados prometedores.
En investigaciones previas, la profesora de pediatría en la Escuela de Medicina de Harvard, Kimberly Stegmaier, había descubierto que el sarcoma depende de la proteína tirosina quinasa 2 de PTK2, también conocida como quinasa de adhesión focal. Esta se encuentra involucrada en los procesos de expansión y adhesión celular, por lo que la inhibición de la misma ralentizaría el crecimiento y la proliferación tumoral.
A pesar de esto, estudios posteriores han evidenciado que un tratamiento basado únicamente en inhibidores de la quinasa de adhesión focal resultaría insuficiente para frenar el avance de la enfermedad. Como alternativa se presentaba la combinación de esta terapia con la quimioterapia. Sin embargo, los doctores Crompton y Stegmaier prefirieron optar por investigar otras opciones menos tóxicas y dañinas, pero que destruyeran las células del sarcoma de Ewing eficazmente.
Después de analizar una gran variedad de medicamentos, los investigadores encontraron una proteína que, al ser aplicada junto con el inhibidor, ofrecía resultados prometedores, la aurora quinasa B. Esta combinación de fármacos destaca por su efectividad en la destrucción de células tumorales, además de frenar la progresión del sarcoma de una forma menos agresiva que la quimioterapia.
Por otra parte, la investigación clínica en niños es una práctica reciente, si la comparamos con la cantidad de ensayos que se han realizado en adultos, dificultando la aplicación de tratamientos que hayan sido probados en ellos previamente. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), raramente se han realizado ensayos en pacientes pediátricos cuando el medicamento está dirigido a enfermedades que son más comunes en la adultez.
La combinación de la proteína tirosina quinasa 2 de PTK2 con la aurora quinasa B ha abierto el camino para el desarrollo de nuevos tratamientos, según el Dr. Crompton. Además, si bien con los medios actuales el 70% supera la enfermedad, al producirse metástasis o recurrencia tras la terapia de primera línea, el índice de supervivencia se reduce considerablemente. Es por eso que el descubrimiento de nuevas alternativas como esta ofrece un halo de esperanza.
El estudio de los expertos Crompton y Stegmaier es el último de una serie de investigaciones del Centro de Trastornos de Sangre y Cáncer Infantil Dana-Farber en el que han colaborado otros profesionales referentes en el campo de la oncología.
Los esfuerzos de la investigación científica abren la puerta a nuevos descubrimientos sobre la biología que alimenta la naturaleza agresiva de las células del sarcoma de Ewing, conduciendo a la búsqueda de nuevos objetivos en cuanto a terapias y tratamientos, tanto para este como para otros tipos de cáncer que afectan al paciente pediátrico.